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Dentro del remodelado Estadio Nacional Julio Martínez Prádranos de Santiago, donde fue la ceremonia inaugural de estos Juegos y se llevan a cabo las competencias del atletismo, existe una historia de violencia y tragedia del pueblo chileno, que no pasa desapercibida en las gradas y que resalta a la vista de todos los visitantes.
El estadio en su origen fue edificado entre 1937 y 1938. Su capacidad original era de 52,000 personas y fue construido para el fútbol en el centro, y con un velódromo en la parte exterior. En su resumé de eventos se encuentra el Mundial de Fútbol 1962 y diferentes competencias deportivas nacionales e internacionales. Por muchos años ha sido el centro deportivo de Chile, pero también fue el centro más grande de detención en el país en 1973, año en el que se puso fin al gobierno socialista de Salvador Allende, e inició la dictadura de Augusto Pinochet. Justo en ese momento comenzaron detenciones masivas, torturas y homicidios de miles de hombres que fueron sometidos a torturas eléctricas y golpes, mala alimentación, hacinamiento, e incluso la muerte. Algunos medios indican que el estadio se convirtió en la mayor cárcel que alguna dictadura sudamericana haya vivido.
Justo frente al salto con pértiga, en el medio de la tribuna, existe un espacio dedicado a este recuerdo, donde sus asientos viejos contrastan con los demás a su alrededor. Un letrero grande dice así: “Un pueblo sin memoria, es un pueblo sin futuro”. Treinta años después del golpe de estado, el 11 de septiembre de 2003, se declaró este sector del estadio como un Monumento Histórico. Prohibido olvidar las luchas de todos los países de América, incluyendo la nuestra.
Les hago este cuento porque ayer, al entregar la medalla de plata a Alysbeth Félix, justo donde se paran los dignatarios y atletas al honrar las banderas, se ve el área de esas gradas protegidas con rejas, luciendo un color desaliñado por el tiempo y la oscura historia de lo sucedido allí. ¡Que grandes contrastes! Por un lado celebramos la entrega de los campeones panamericanos con alegría y solemnidad, pero por el otro la historia triste de este pueblo esta ahí, detenida por el tiempo, en medio de la celebración de grandes eventos, para que nadie la olvide.
Alysbeth y su medalla del héptalo, se convirtió en la primera mujer en la historia del atletismo en Puerto Rico en ganar medalla en Juegos Panamericanos. Previo a ésto la mejor actuación boricua fue en 2007 en el 4x100 metros que obtuvo un cuarto lugar. Su último evento fue el de 800 metros, donde tuvo que dar un empuje al final grandioso, porque para seguir con su segundo lugar tenía que llegar con menos de 5 segundos sobre su contrincante de USA, y así lo hizo. Ayer la vi cómo se puso nostálgica al subir al podio, aguantó y tragó hondo para no verse quebrantada ni llorar. Son muchos los sacrificios en un evento tan complicado y sus terceros Juegos, donde por fin ganó medalla.
Mientras esta premiación corría, en el otro extremo de las gradas históricas y oscuras, estaba Luis Joel en el salto alto, ya colocándose en segunda posición. En el próximo intento subió a la primera posición, gesto que mantuvo por algunos saltos más, hasta que en el último salto perdió la medalla de oro con la ejecución de su compañero cubano, a quien Luisjo le había arrebatado la medalla de oro en San Salvador 2023.
Con estas dos medallas ya van 15 para el #EquipoPUR, aunque ya tenemos medalla segura en sóftbol y tenis de mesa por equipo femenino, o sea que serían 17. Otra clasificación olímpica a París 2024 también llegó con Pedro Fernández en evento de ILCA 7 de vela. Oportunidades reales de otras medallas tenemos en atletismo (donde quedan varios eventos), bolos, karate-do, lucha grecorromana y tiro con arco. Llegar a la meta de 20 medallas es una opción real y nos mantendremos fajaos hasta el último evento mañana, 5 de noviembre, donde en horas de la noche será la ceremonia de clausura. Han sido días intensos pero llenos de mucho cariño por parte del pueblo chileno, quienes se han desbordado en atenciones para todos nosotros y han respaldado a su país con muchos deseos. “Chi chi chi, le le le, Viva Chile” se escucha por todos los escenarios como si fuese un grito de guerra, pero de guerra pacífica. Ha sido una de las mejores fanaticadas que he visto en las gradas y de ellos me llevaré un gran recuerdo. Viva Chile, eh eh.
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