18 de agosto de 2016
Hotel sede
Blog #8, Río 2016
Pocas palabras, inmenso dolor, a pocos metros de la gloria y se nos escapó de las manos. ¿Cómo apapacharla? ¿Qué más le puedo decir? ¿Cómo calmar su llanto y dolor?
Llegué anoche al Estadio Olímpico decidida y sumamente positiva en que íbamos a ver a Jasmine Camacho Quinn en la final de los 100 metros con vallas, con opción real de medalla, y que sería tema suficiente para el blog que me tocaba escribir. Durante el día el tráfico de la ciudad estaba muy complicado y aunque uno hace estimados de tiempo basado en días anteriores, no siempre salen las cosas como las planificas.
No sé porque cada día aparecen calles distintas cerradas todos los días, hoy entras por una avenida y mañana no se puede y tienes que entrar por otra, sin mencionar cuando hay algún evento donde las carreteras se cierran por ser utilizada en las rutas de esos deportes. ¿Será acaso parte del plan de seguridad establecido? Desconozco las razones, pero llegue al deporte rey justo cuando iban a dar la salida del evento. Como siempre, una oración al Dios Todopoderoso para que les dé paz, fortaleza y los ilumine en el camino.
Para aquellos que no la conozcan, Jasmine es hija de una madre puertorriqueña que desde hace apenas meses acudió al Comité Olímpico para representar a Puerto Rico en los Juegos Olímpicos. A su corta edad, 19 primaveras, rompió este año la marca nacional de los 100 metros con vallas establecida en 1993 por Joyce Meléndez, quien actualmente es mi gran colaboradora y amiga en el COPUR. Estudiante de la Universidad de Kentucky, residente de South Carolina, aprendió a querer a Puerto Rico como miles de puertorriqueños, a través del amor de sus padres o abuelos que tuvieron que mudarse a los Estados Unidos en búsqueda de mejores trabajos y oportunidades. No perdamos de perspectivas que hoy día viven más boricuas fuera de nuestro terruño que los 3.4 millones que quedamos, quienes en ocasiones aman y veneran más a Puerto Rico que muchos otros que nacieron, viven y que con toda posibilidad morirán en los 100×35.
Los requisitos del COPUR son bien claros. Son elegibles para representar al país en competencias del ciclo olímpico aquellos que teniendo la ciudadanía de los puertorriqueños, hayan nacidos, o sus padres o abuelos hayan nacidos en la isla; aquellos que no nacieron pero tengan residencia por lo menos tres años; o aquellos casados con algún puertorriqueño. Siempre, pero siempre, las Delegaciones se han nutrido de atletas residentes en los Estados Unidos, pero siempre cumpliendo con nuestros requisitos, que lo único que persigue es una relación auténtica con el país. La diferencia generalmente es sólo la barrera del idioma, conocen de nuestra música, bandera, playas, cultura, tradiciones, tienen familiares en la Isla, y comen arroz y habichuelas como tú y como yo. Ella tuvo la oportunidad de representar a los Estados Unidos y dijo que NO, que ella iba a ser olímpica bajo el nombre de Puerto Rico, y hasta un reconocimiento de su elegibilidad tuvimos que solicitar a la Federación Internacional de Atletismo para su inscripción en Río 2016.
Quizás el final de su carrera no fue el esperado. Un tropiezo en la valla octava y novena la hizo perder la posición privilegiada que llevaba para pasar a ronda final. No logró recuperar su ritmo, llegó a la meta última y se lanzó al suelo a llorar por unos segundos. El público la vio entre las primeras, iba ganando la carrera, de seguro entraba en la final y de pronto todo cambio. Sentí un inmenso dolor por ella, sé que tenía la posibilidad real de ganar medalla pues su tiempo estaba entre los mejores del evento. Bajé de inmediato a la zona de prensa para verla, sabía que había sido un momento muy difícil y debía sentir el cariño de su gente. Sus familiares no pudieron viajar a Río, es su primer viaje con nuestra Delegación y aún anda conociendo a sus compañeros de equipo. Allí estaba atendiendo a la prensa internacional, llorosa, tratando de secar sus lágrimas que no podía controlar, que no paraban de caer. Le extendí la mano, esperé que terminara de hablar con los periodistas, sencillamente la abrace fuertemente y traté de calmar en algo su llanto y dolor. «It’s mine, it’s mine» – así me repetía sin parar. Difícil consuelo, muy difícil para mí. Trague hondo, muy hondo, y al final solo le pedí que se tomara su tiempo y que hoy hablábamos.
Que orgullosa me siento de la gente que rápidamente inundaron las redes en palabras de aliento y motivación para Jasmine. Créanme que buscaré la manera que las vea, las entienda y pueda sentir el calor que todos los boricuas le mostraron. Su carrera deportiva apenas inicia, su fortaleza física es impresionante para su edad, estamos comenzando nuestro compromiso e inversión con ella y les aseguro vendrán muchos eventos de gran envergadura donde seguirá llevando el nombre de Puerto Rico en su pecho, pues en su corazón lo lleva grabado con tinta permanente desde su infancia. Ya quisieran otros tener un corazón tan valiente, ya quisieran…